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viernes, 12 de febrero de 2016

Planeta Ibiza (y sus cabras...)

Creo que nadie puede poner en duda hoy en día que Ibiza se ha convertido en los últimos 60 años en una laboratorio sociológico digno de estudio. A una población autóctona única, descendiente de razas y culturas antiguas, prácticamente homogénea hasta los años 50 del siglo pasado, se han ido uniendo todo tipo de viajeros, turistas, inmigrantes y pasajeros que pusieron un día el pie en la isla y decidieron convertirla en su hogar. Comentábamos divertidos con una buena amiga este final de semana, que eso ha acabado derivando en una especie de planeta parecido a los que hemos visto en cualquier episodio de la saga Star Wars.


En muchos aspectos esto se ha convertido en un "planeta del borde exterior" al que van a parar todo tipo de buscavidas, aventureros y forajidos que se se sienten en esta tierra como pez en el agua. La fauna humana que ha acabado congregándose en esta isla, sobretodo en verano, le acaba pareciendo al observador habitual un rebaño heterogéneo de aliens que, a pesar de haber aterrizado aquí de una forma o de otra, sigue viviendo en su propio planeta. Eso sí, unidos a la fauna local, a la que pocas lecciones se le pueden dar en lo referente a tratar con bichos raros, conforman un zoo único en el que "maravillarse" a diario. 


Pocos pueden dudar a día de hoy que la situación de estrés y agotamiento a la que ha llegado Ibiza en los últimos años tiene como principal responsable a los propios ibicencos. Esos tranquilos, permisivos, genuinos y abiertos habitantes de la isla de antaño dieron paso con la llegada del turismo de masas a una depredación del territorio de tal magnitud que difícilmente podemos encontrar en otros lugares. Parece ser que el espíritu fenicio (en la peor de sus acepciones) que llevaba dormido durante milenios despertó con toda rotundidad cuando los habitantes de la isla empezaron a oler el dinero fácil que llegaba cada verano a mansalva en barco o en avión. Ante tal ataque a la esencia de la isla parece que han sido en realidad sus nuevos pobladores, los ibicencos de adopción, los que han acabado liderando los movimientos de protesta contra los abusos de todo tipo perpetrados aquí. 


El tema sobre los cambios dramáticos que ha experimentado Ibiza en las últimas 4 o 5 décadas daría para llenar cientos de páginas de este blog. Pero en lugar de meterme "en disquisiciones que no conducen a parte alguna" que diría Mariano, recomiendo a todo aquel que quiera profundizar en él no perderse el libro "IBIZA: LA DESTRUCCIÓN DE PARAÍSO", del periodista ibicenco Joan Lluís Ferrer. Una obra de obligada lectura para todo aquel que ame esta isla y que esté interesado en saber cómo hemos llegado hasta aquí. 


Volviendo al tema que nos ocupaba al principio. Para entender a lo que me refería con lo del Planeta Ibiza y su fauna, me viene de perlas el lío que se ha montado esta misma semana con la eliminación de las famosas cabras de Es Vedrá. Para el que no sepa muy bien de qué va la cosa (seguramente de fuera de la isla porque aquí todo Cristo se ha enterado) explicaremos lo que ha pasado brevemente. El islote de Es Vedrá, mítica, icónica y famosísima roca declarada reserva natural protegidísima desde hace décadas, se hallaba invadida por un rebaño de cabras comunes introducido ahí por sus supuestos propietarios hace otros tanto años. Los simpáticos animalitos, especie invasora y destructiva donde las haya (aunque no lo parezca), se han dedicado a sobrevivir miserablemente en la roca, pasando hambre, una sed cruel e inacabable y múltiples enfermedades durante toda su pobre existencia, arrasando a su vez toda la flora única y endémica del islote en su desesperado intento por malvivir. 


La consejería de Medio Ambiente del Govern Balear, alertada por la situación de destrucción imparable de esas especies florales, que además estaban poniendo en peligro a la fauna original de Es Vedrá, decidió acabar con el problema. Parece ser que se estudiaron todas las alternativas posibles, poniendo el tema en manos de varios expertos en conservación del medio natural de nuestras islas que llevan muchos años batallando contra "plagas" semejantes en la Sierra de Tramuntana de Mallorca. De todas las opciones viables, la que más seguridad ofrecía a los técnicos de medio ambiente, y ofrecía menor sufrimiento a las propias cabras era su eliminación "a la brava". Es decir, a tiro limpio, montando una escabechina digna de una película de Tarantino. No podemos olvidar que el islote es una superficie escarpada, abrupta y peligrosa, sólo apta para las simpáticas amigas cornudas que hasta hace poco lo estaban destrozando con total impunidad. Por eso toda opción que supusiera un peligro cierto para las personas encargadas de "retirar" a los finalmente desafortunados bichos se descartó. Y eso incluía la recogida de los cadáveres de unos animales que a plomo pueden llegar a pesar varias decenas de kilos. 


O sea, que al final no hubo más remedio que optar por la triste opción del mal menor para evitar un mal mayor. Y esa no es otra que la de matar a las cabras una a una a base de rifles y abandonarlas en la isla para que su carne muerta sirviera de alimento a varias especies de aves carroñeras que anidan en Es Vedrá. Desgradable, triste y cruel, pero necesario. 

Pues bien, como no podía ser de otra manera, en Ibiza se ha acabado montando el lío padre. Basándose en la supuesta carta de unos pescadores que dicen haber presenciado la cacería, las redes sociales han ardido de manera increíble. Ese texto, sin contrastar en absoluto, ha servido para que una serie de descerebrados hayan sido capaces de amenazar de muerte y mostrar el desprecio más "inhumano", por los responsables técnicos y políticos del tema. Como si la vida de una, dos o 50 de esas cabras, de los más comunes y asilvestradas, valiera mucho más que la de esas personas que debían hacer el trabajo sucio y poco gratificante al que se tuvieron que enfrentar. Por si el tema no fuera lo suficientemente surrealista, se ha organizado una manifestación para protestar enérgicamente por la que se ha dado ya en llamar "la matanza de Es Vedrá. 


Respeto todas las sensibilidades y reconozco sin dudarlo que las cabras de Es Vedrá se habían convertido con los años en una especie de mascotas "oficiosas" de Ibiza. Incluso tenían su propia tira cómica en una periódico local donde se dedicaban a criticar con mordacidad la política actual de Ses Illes


Puede que esto haya ayudado mucho a que la gente cogiera semejante cariño a unos animales que no habían llegado a ver en su vida y cuya situación miserable probablemente desconocían. Yo personalmente no puedo entender que se monte semejante pollo y se lancen amenazas de tal calibre a los responsables que han tenido que solucionar el desastre medioambiental al que se enfrentaba la isla. Creo que es inadmisible e injustificable que estos defensores tan fervorosos de los animales se comporten así. Y creo que su actitud desmerece el esfuerzo de muchas personas que defienden el medio natural, que están bien informadas y son muy conscientes de lo que supone en realidad un sacrilegio y lo que no. 

Este tipo de actuaciones llevan años realizándose en otras zonas de nuestro Mundo para proteger sin miramientos un ecosistema único, un tesoro irremplazable. En muy pocos de esos lugares se ha montado tal escandalera. Para mí, es esta otra muestra más de que en el Planeta Ibiza, tiene cabida todo tipo de fauna humana peculiar. no me reultaría extraño que George Lucas pasara una temporada de incógnito en Ibiza para encontrar la inspiración que lo llevó a imaginar eso mundos singulares que disfrutamos divertidos en sus míticas películas. 




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