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martes, 8 de septiembre de 2015

¿Hay alguien a quien le importe?

Volvemos a respirar en Ibiza. Tenemos que agradecer a las lluvias de los últimos días el haber apaciguado las llamas que han estado consumiendo la isla estos dos últimos meses. No solo por haber bajado esas temperaturas que nos han torturado sin tregua desde Junio. También por haber coincidido con el final de Agosto y la bajada significativa en la presión demográfica que aplasta las Pitiusas cada verano. 


Esta temporada alta se nos ha hecho dura. Nuestra carreteras se convierten en un suplicio que demanda una paciencia infinita y unos nervios bien templados. A la saturación que sufrimos en nuestras principales vías se une la mala educación de muchos y el peligro tremendo de unos pocos salvajes que se saltan las normas a su antojo o que simplemente van tan colocados que son una auténtica bomba de relojería sobre ruedas.

El calor, los nervios, la masificación, nos ponen a muchos de mal humor, y las malas formas se apoderan de nuestras relaciones. En general, los sensación y los comentarios de todos los que nos dedicamos a recibir visitantes de cierto nivel, han coincidido en el hecho de no haber vivido nunca antes en Ibiza situaciones tan tensas ni tan desagradables como las que hemos tenido que enfrentar a menudo este verano


Lo que ha quedado claro, sin duda alguna, es que la isla ni está preparada para soportar esta presión creciente cada verano, ni nadie parece en serio preocuparse en poner los medios para no cargárnosla en cuestión de muy pocos años. Los grandes atractivos de la isla se degradan a paso de gigante. Las playas se ven saturadas de hamacas, de vendedores ambulantes, de papeleras y contenedores de basura rebosantes de porquería. Nuestro mar y sus fondos, uno de los mayores tesoros de este paraíso natural, aparecen llenos de plástico, manchados de colores incomprensibles, sembrados de pura mierda que los miles de barcos que asedian nuestras costas vacían sin pudor desde su sentinas, o que simplemente viene derivada y sin tratar de unas depuradoras obsoletas e incapaces de generar nada más que un hedor insoportable que algunos días llega a provocar incluso lágrimas de irritación (y de impotencia).


Y aquí es a donde quería ir yo a parar. ¿Cómo uno de los lugares que mejor ejemplifica la vanguardia a nivel turístico y de ocio en todo el Mundo se puede permitir una gestión tan nefasta de sus infraestructuras y de sus servicios públicos? Nadie puede creerse que con la riqueza que genera esta isla durante 6 meses al año tengamos unos sistemas de gestión de residuos tan obsoletos, ineficaces y desfasados. Incapaces de no machacar la isla, sus recursos y sus habitantes como para llegarnos a indignar. Carreteras saturadas, transporte público casi inexistente y poco adecuado a las características y necesidades de la isla, sistemas de recogida de residuos insuficientes, depuradoras ineficaces, plantas desalinizadoras paralizadas, colectores submarinos que se rompen cada 3 días, canalizaciones de aguas residuales y pluviales vergonzosas, acuíferos salinizados y sobreexplotados... ¡Todo un puñetero desastre! ¡Una verdadera vergüenza!

¿Y qué estamos haciendo los ibicencos para resolver esto? Una isla como Ibiza, debería ser un ejemplo, un referente mundial a seguir en la gestión de todos estos puntos que acabo de detallar. Y eso, al fin de cuentas, está en manos de los ibicencos, nativos y de adopción. Debemos exigir que se ponga solución definitiva a esta situación indecente. La inacción y parálisis burocrática de nuestras administraciones es inasumible si queremos que nuestras islas tengan un futuro

Parece que nuestros vecinos de Fomentera se han dado cuenta y ya están tomando medidas, restringiendo accesos y exigiendo el poder tomar las riendas de la gestión de sus infraestructuras y recursos. Lo tienen fácil, solo se han de fijar en Ibiza para saber cómo se tiene que actuar (o no actuar, para ser más justos). 


Tenemos suerte de la coyuntura en la que se encuentran nuestros principales destinos competidores en el MediterráneoNunca me había encontrado antes a tanta gente desencantada con Ibiza como este año.  ¿A qué esperamos para ponerles las pilas a los responsables de las distintas administraciones públicas que tienen que solucionar esta situación insostenible? En serio, ¿nos importa de verdad lo que está pasando en nuestra isla? 


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