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lunes, 26 de agosto de 2013

Brasil tras las protestas

Muchas lecturas e interpretaciones han surgido en Brasil tras las protestas de junio en un intento de comprender el sentido y las consecuencias políticas de esa toma masiva de las calles por parte sus ciudadanos. En los últimos tiempos los discursos políticos de los distintos grupos, tanto de gobierno como de oposición, intentaban dar sentido al silencio de las masas. El gobierno y sus seguidores decían que había una amplia satisfacción popular debido al crecimiento económico y a la inclusión social. La oposición solía decir que había fuerte descontento, pero que las encuestas no lograban demostrarlo. Tras las protestas, las explicaciones de todos fueron puestas en jaque.


Después de diez años de gobiernos encabezados por el Partido de los Trabajadores (PT), Brasil presenta un escenario socioeconómico más favorable que en el período neoliberal (década de los 90). El boom de las primeras materias iniciado en 2003 permitió al país vivir un ciclo de expansión de exportaciones agrícolas y mineras para mercados asiáticos emergentes, principalmente a China, que paso a paso se tornó el principal socio comercial de Brasil. Con más divisas, equilibrio macroeconómico y superávit comercial sostenido, el presidente Lula, electo en el comienzo de esta nueva coyuntura macroeconómica, contó con la fortuna necesaria para un buen gobierno y supo administrar el país con la virtud de un gran líder. A partir de una correcta (mas no la única posible) lectura de la realidad, el líder acabó por crear las condiciones de la construcción de una nueva hegemonía política, que consiste en la constitución de una amplia coalición de partidos políticos, movimientos sociales, élites económicas y grupos de interés, capaz de promover la reducción de la miseria y de la pobreza sin tocar los intereses fundamentales de la cúspide de la pirámide social.

Las políticas de transferencia de ingresos de emergencia (Bolsa Familia) y la valorización del salario mínimo posibilitaron el crecimiento del mercado interno, lo que contribuyó, a proteger el país de la crisis económica mundial que emergió en 2008. Esas políticas simultáneamente respondían a las demandas de las clases más pobres por inclusión social (D y E) y a las de las clases más altas (A y B), por equilibrio y crecimiento económico. La gran incógnita pasó a ser la clase C, principalmente sectores con mayores ingresos en esta clase, que antes votaba PT y que pasó a buscar una tercera alternativa a la alternancia PT – PSDB (el principal partido de oposición).


La fórmula lulista fue un éxito y reequilibró la hegemonía política del país, no solo al incluir las clases D y E desde el punto de vista económico, sino al abrir oportunidades a actores políticos con origen en diversos movimientos sociales (sindicatos, estudiantes, lucha por la tierra, minorías, etc.) La táctica fue dividir el aparato del Estado entre los intereses, de acuerdo con la fuerza política de los actores: por ejemplo, Ministerio de Agricultura para el agro-negocio; Ministerio de Desarrollo Agrario para la reforma agraria y la agricultura familiar.

El discurso en la izquierda fue que el gobierno se encontraba en disputa y de que no habría alternativa políticamente más viable que ellos. Era necesario, entonces, apoyar las pautas progresistas y combatir las pautas conservadoras, pero siempre dentro de la coalición.El problema político se evidenció cuando el lulismo llegó a su posible agotamiento, cuyo marco fue el brote de masivas manifestaciones espontáneas en junio de 2013. La fórmula lulista del pacto amplio, posibilitó la inserción económica de grandes estratos sociales anteriormente excluidos, sin embargo esa inclusión se dio básicamente a través del consumo. El aumento de la capacidad de los individuos para consumir bienes básicos y superfluos significó, para aquellos que se beneficiaron, un aumento de bienestar y al mismo tiempo garantizó la ampliación del mercado interno, necesaria para el crecimiento de la industria nacional. No obstante, la misma fórmula lulista de pacto amplio también impidió que políticas públicas más osadas para la promoción de ciudadanía y de ampliación de derechos fuesen tomadas. Es decir, la fortuna y la virtud lulista tenían un límite: la inclusión debía darse, primordialmente, por el consumo y por la lógica privada y no por la ciudadanía o por la lógica del bien público.

La expansión de lo público se observó en el caso del fortalecimiento de las universidades federales. Esto no impidió, sin embargo, que la educación superior privada creciera más que la pública, ni tampoco significó una mejoría importante de la educación básica, relegada a cada coyuntura regional y a los acuerdos de gobernabilidad con los gobernadores y alcaldes. Lo mismo podría ser dicho sobre la salud: el fortalecimiento del sistema público de salud no quita a nadie el deseo de tener un buen plan privado de salud.

Fue justamente un desafío a la lógica de lo privado en detrimento de lo público el primer mensaje que emanó de las calles durante las protestas y que llevó multitudes a las manifestaciones de junio. La negativa popular al aumento de la tarifa del transporte público en la ciudad de São Paulo fue el catalizador de un inmenso número de demandas y pautas que más adelante aparecerían escritas a mano en pancartas exhibidas en las calles de todo el país. De esa multiplicidad, sin embargo, pueden ser extraídos los temas principales: educación pública, salud pública, derecho a la ciudadanía y movilidad urbana, seguridad pública, reducción de la violencia y criminalidad, derecho a la vivienda y el combate a la corrupción.


La lectura más detallada de las propuestas revela, sin embargo, cierta coherencia en la polifonía de las calles: la demanda es por lo público. Los partidos políticos de izquierda y los movimientos sociales tradicionales no tienen condiciones políticas ni legitimidad para liderar tales protestas, justamente por el hecho de que han compuesto y legitimado el gobierno que ha resuelto parcialmente los problemas sociales, pero que también cristalizó los límites para cualquier solución más radical y profunda.

La nueva clase trabajadora, una vez beneficiada por la inclusión en el mundo del consumo, desea derechos y ciudadanía: percibió que la vida mejoró de la puerta de la casa para dentro, más sigue desagradable de la puerta hacia fuera, es decir, en el espacio público. Está claro también que el aliento y el alcance de las protestas realizadas de manera espontánea fueron limitados. Sin la organización profesional del movimiento exigida por el mundo de la política, la fiscalización cotidiana del poder no se realiza y después de los síntomas de fiebre o convulsión el cuerpo político tiende a volver a la normalidad: (a) la reforma política y el plebiscito no serán llevados a cabo y (b) la popularidad de la presidenta Dilma Rousseff, tras una caída de 27 puntos porcentuales luego de las protestas, ha empezado a mejorar. El mensaje, no obstante, fue dado a la izquierda oficialista y al gobierno: el pueblo quiere más y cuando salga a protestar ya no será bajo su dirección.



Fuente: Felippe Ramos (americaeconomia.com)


jueves, 15 de agosto de 2013

¿Y vosotros qué hubierais hecho?

Os pongo en situación. Ganas de terraza y tapitas una noche de verano. Decidimos hacer caso al amigo Xescu Prats de Ibiza5Sentidos y nos vamos para el centro de la isla a probar una de sus recomendaciones, que siempre son apuesta segura.


Conducimos hasta Santa Gertrudis, pueblecito que desde hace unos pocos años se ha convertido en uno de los puntos de reunión favoritos de los residentes en Ibiza. Durante todo el año. Si uno se pasea por sus calles en una noche de verano encontrará una oferta gastronómica variada en un sinfín de terrazas encantadoras, colas frente a Can Costa para comerse uno de sus fantásticos bocatas, velas e iluminación tenue e los restaurantes, familias con niños disfrutando de un paseo y un buen cucurucho de helado. En fin, un lugar imprescindible para el visitante y el ibicenco.

Pues bien, escogemos uno de los dos bares de tapas, con una de esas terracitas encantadoras de las que mencionaba un poco más arriba. Una carta de tapas original, con una fusión de influencias asiáticas y mediterráneas: pinchos de pollo en hierba limonera y salsa sate, lasaña de berenjenas, falafell casero, etc... Todo buenísimo, con dos niñas encantadoras atendiendo las mesas, musiqueta de fondo, brisa y tranquilidad. Pero claro, eso no fue todo (si no, no estaría escribiendo esta entrada del blog). 

Y es que el entretenimiento lo completaba la "fauna" del local... Por un lado un caracol que se paseaba por las botellas de la barra, atrayendo la atención de un gato que se comportaba como si fuera el amo de la terraza. 


Claro, eso no tendría ninguna importancia si no estuviera cenando con mi señora esposa, que además de alergia, tiene una fobia enorme a los mininos... El peligro de que saliera la mesa volando, con todas sus tapitas y sus cañas, en el momento que al gato se le ocurriera pasar por debajo de sus piernas le añadía emoción a la velada. Preguntada la camarera sobre el origen del gato supimos que era él en realidad el que cortaba el bacalao en el local. Llevaba allí más años que el negocio y no había manera de librarse de él. Los "schoo-schoo" que le íbamos soltando, no provocaban más que curiosidad adicional en el bicho. Así que desistimos de intentar asustarlo y decidimos pasar de él ya que parecía la única manera de conseguir que se alejara. 

Pero eso, por supuesto no podía ser todo. Cuando la tercera cucaracha de la noche pasó a toda mecha por entre mis pies, la cortada de rollo era tal que pedimos la cuenta de inmediato, con unas ganas enormes de salir de allí. Yo estaba en ese momento a punto de escribir mi crítica en Foursquare, recomendando el local. Las ganas de comentar entonces el tema de la "fauna" eran enormes. Lo cierto es que me abstuve de hacerlo ya que era una verdadera cabronada. Uno se queda con la duda de si es un problema de falta de higiene del bar, o del clima, o del saneamiento del pueblo. También pensé en comentar el problema directamente con las camareras, pero sinceramente me parecía una jugada que podía ser interpretada con alguna intención diferente de la que en realidad tenía: echarles una mano con un problema que podía afectar seriamente un negocio en el que parecen estar volcando cierto esfuerzo e ilusión.


Decidimos pasar de todo y marcharnos, dar las gracias y "buenas noches". No se si fue una reacción egoísta, poco solidaria o simplemente normal cuando uno lo que busca es pasar un rato agradable y no tener que darle el toque a nadie. Evidentemente nos marchamos con el convencimiento de no volver más a pesar del buen servicio y la excelente comida. Fuera la que fuera la reacción que los responsables del local hubieran tenido a nuestros comentarios no creo que volvamos. Así que, ¿para qué perder el tiempo? 

Pero bueno, uno siempre se queda con la duda, así que supongo que entenderéis ahora la pregunta que da título a esta entrada. ¿Y vosotros, qué hubierais hecho?


lunes, 5 de agosto de 2013

Nuestra Ibiza "imprescindible" (Parte II)

Más de dos meses ya viviendo y trabajando en Ibiza hacen que uno pueda ampliar considerablemente su lista de placeres imprescindibles de la isla. El verano y la masificación que conlleva obligan a buscar alternativas a la "lista A" de cosas por hacer. Aunque lo cierto es que la mayoría de puntos de esta segunda parte de "Nuestra Ibiza imprescindible" se colocan con total naturalidad en la parte alta de esa lista de preferencias. No aparecerán nunca en las típicas relaciones de "lo que no debes dejar de hacer" que se ven normalmente por estas fechas en multitud de publicaciones como El Mundo, La Vanguardia, El Daily Mail, La Stampa ni, por supuesto, la revista Hola! Así que ahí vamos:

1) Comerse una hamburguesa en Vinyl: tras la grandiosa decepción, por decirlo finamente, del día de mi aniversario en el Hard Rock Cafe de Ibiza capital, donde sin vergüenza alguna me cobraron 63 eurazos por dos hamburguesas con un aro de cebolla (leéis bien, un aro de cebolla dentro del bocata que suponía un incremento en el precio de 2 euros) y 4 cervezas de barril, descubrir este barcito en Sant Jordi ha sido una gran alegría. Calidad y cantidad inmejorables a mitad de precio que el timo de la multinacional de origen londinense, musiqueta de la isla sin estridencias, multitud de versiones de la mejor hamburguesa que a nadie decepcionan, en un ambiente desenfadado y con un servicio amable y cercano. Un sitio al que vamos a volver muy a menudo, sobre todo tras salir del lugar que viene en el punto 4 de esta lista.

2) Ir al trabajo atravesando la carretera de Benimussa: así como de casualidad, huyendo del atasco matutino típico del verano ibicenco, he acabado cogiendo la rutina de atravesar una de esas carreteritas auténticas de la isla cada día para ir a currar. Y es una delicia, a esas horas en que el sol todavía no aprieta, viajar con las ventanas bajadas sintiendo ese aire templado en la cara y esos olores a campo Mediterráneo que trasladan al que los disfruta a la esencia de esta tierra.


3) Comenzar el día con un buen zumo de naranjas ibicencas: puede que a primera vista no tengan demasiado buen aspecto. Esas naranjas son resultado de agricultura ecológica, tradicional, y no las maquillan antes de meterlas en el saco para que las compremos por su aspecto. Pero recién exprimidas a primera hora del día son una inyección de sabor, de salud y de frescura. Nosotros las compramos siempre en s'Hort d'en Josepet, una finca cerquita de Sant Carles que también cultiva algunos de los mejores aguacates que hemos comido.


4) Los Sábados de Ants en Ushuaïa: una sorpresa enorme lo divertido y lo impresionante que es el local de la familia Matutes en Platja d'en Bossa. Sobre todo la fiesta de los sábados por la tarde, Ants (hormigas). DJs jóvenes, en su mayoría nacionales y con un nivel de creatividad musical como no había experimentado en muchísimos años. Semana a semana, gracias a buenos amigos hemos podido conocer todos los rincones y los secretos de ese festival que se monta a partir del mediodía y hasta la medianoche (un horario ideal para los que al día siguiente trabajamos). Medios no faltan en Ushuaïa, pero esa es su fiesta más underground, donde lo que prima es disfrutar del buen ambiente y de esa vanguardia musical que a más de uno nos hace alucinar. Los shows que se montan al caer la noche son inolvidables. Los que ya lo habéis vivido con nosotros sabéis de lo que hablamos...


5) Paella y mar en S'Illot des Renclí: ya nos lo habían dicho familia y amigos. Ese rincón de cala Xarraca tiene un pequeño restaurante que ofrece una de las mejores paellas que hemos comido en Ibiza. Y eso es mucho decir, porque el nivel "paellero" en la isla es brutal. Lo que lo acabó de rematar la última vez que estuvimos allí fue descubrir la increíble orografía submarina que conforma esa zona de la costa. Un anfiteatro espectacular de flora y fauna mediterránea, donde uno podría pasar horas siguiendo este pez u observando aquellas matas de posidonia. Además, en Agosto, esa zona de la isla es la menos machacada por el turismo. No estarás solo, pero tampoco tendrás que pelear por aparcar o por encontrar mesa.


6) Sluiz: difícil definir este enorme local en la carretera de Santa Gertrudis. Es una tienda de decoración, un museo, una terraza, una boutique, una granja, una librería, una tienda de cestos,... Esa manada de vacas que te da la bienvenida desde la carretera ya te anuncia que no vas a encontrarte con una tienda normal. Una visita obligada donde pasar un buen rato y encontrar aquel complemento para tu casa que nunca hubieras imaginado que necesitabas.


7) Llenar el carro en Mercadona: sí, ya sabemos que esto lo puede hacer cualquier hijo de vecino en cualquier ciudad de España, pero para los ibicencos, la apertura del primer supermercado de esta cadena ha supuesto una alegría enorme. Un alivio para los bolsillos de los habitantes de la isla que no supone un peligro a la abundante oferta de producto fresco local pero sí ayuda a poner a nivel mucho más razonable el coste de la cesta de la compra. Y para los que hemos pasado 6 años en Brasil, "sufriendo" los precios y las calidades del Nordeste, un lujazo.


8) Nadar en nuestro rincón marinero de Cala LLenya: un tarde de aquellas tontas, dando un paseo en moto, vi a unos niños en medio de una urbanización meterse por un camino de tierra con sus cañas de pescar al hombro. Sin pensarlo un momento paré y los seguí. Me llevaron a un rinconcito de casetas de pescadores que es una delicia para nadar y relajarse al sol. Lo compartimos habitualmente con vecinos y gente local, siempre pocos, en su mayoría los propietarios de esas mismas casetas. Me puedo pasar horas buceando en esas aguas limpias y transparentes que siempre te acaban dando una sorpresa. Un día puedes pasarlo observando las anémonas que alfombran su fondo, otro puedes sorprender una sepia intentando pasar desapercibida en un claro de arena, praderas de posidonia oceánica en perfecto estado de conservación. No hay semana que dejemos de pasar por allí unas horitas para disfrutar de esa Ibiza que siempre nos ha enamorado.

9) Cenar en Kathmandú: habíamos pasado un montón de veces por delante, en la calle de los restaurantes en el centro de Santa Eulària. Siempre habíamos pensado que se comía bien y lo debíamos probar. Nos acabó de convencer ver como varios jets privados cargaban cajas enteras de comida para llevar de esta gente. Y no es de extrañar,está todo delicioso y es muy económico. Sabores de Asia auténticos acompañados de un pan indio recién hecho que no cabe en la mesa de lo enorme que es (tienen que poner un plato especial que se cuelga del borde de la mesa para poder dejarlo a mano de los comensales). Si estáis por este lado de la isla y queréis comer algo buenísimo y diferente, con un servicio atento y amable, sin que os sangre el bolsillo Kathmandú es ideal.


10) Ser la mosca cojonera que os martiriza todo el verano con las fotos de su verano ibicenco: Pues eso, me podéis seguir en Facebook o en Instagram...